El autismo, o trastorno del espectro autista (TEA) es un tipo de trastorno del desarrollo. Es una condición compleja, que puede ocasionar dificultades en la comunicación, ya que con frecuencia afecta a la forma en que la persona percibe los estímulos y socializa.
La dificultad a la hora de integrar las sensaciones que se perciben, las que proporcionan los sentidos, puede llevar a dificultades de aprendizaje, para jugar, para relacionarse con otros niños y niñas, para llevar a cabo las actividades diarias…
Javier presenta trastorno del espectro autista. Es un niño poco receptivo y con poca capacidad de respuesta. Para él, es esencial conocer el entorno y saber en qué espacio concreto se realizan las actividades. Con Javier trabajamos actividades propioceptivas, adecuadas a sus necesidades. Y, para ello, usamos los distintos elementos del aula multisensorial.
Potenciando la propiocepción en el aula sensorial
El CEIP Alto Ebro es un centro ordinario en el que existe un aula de educación especial. Con el objetivo de buscar la mayor integración posible de los alumnos de educación especial, los recreos se hacen de forma conjunta con el resto de los alumnos del centro. Pero, en algunos casos, como en el de Javier, durante el recreo se hace uso de la pequeña sala de estimulación sensorial que tenemos en el aula especial.
Javier sufre hiperreactividad a los estímulos sensoriales y una respuesta adversa a sonidos agudos y de alta intensidad. Igualmente siente fascinación visual por las luces u objetos que giran. Los contextos con sobrecarga estimular (muchas luces, sonidos muy altos, gente moviéndose deprisa, aglomeraciones de personas…) suponen un reto para él. La hora del patio le altera y, por este motivo, organizamos con él sesiones en el aula sensorial.
“La propiocepción es el sentido que nos permite percibir la ubicación, el movimiento y la acción de las partes del cuerpo.”
Nuestro objetivo a la hora de trabajar con Javier es estimularle. Cada niño es único, igual que sus necesidades. Y a Javier le gusta saber dónde se harán las actividades y conocer los materiales que se usarán. Por este motivo, previamente a las actividades, se crean momentos de interacción de Javier con los materiales propios del aula de estimulación: para que los conozca, sepa lo que hacen y pueda interactuar con ellos. Es esencial que conozca el entorno.
‘Vuelta a la calma’ en el aula sensorial
Programamos una sesión individualizada en el aula de estimulación sensorial de nuestro centro con el objetivo de conseguir calma y relajación tras ese sobre estímulo. Nuestro objetivo es crear una sensación de seguridad, ayudar a Javier a integrar sus sensaciones y conseguir su relajación física y mental.
Es conveniente no sobrecargarlo de estímulos por lo que iniciamos la sesión con música relajante, a un volumen bajo. Tras unos minutos, añadimos actividad en la columna de burbujas, con una vibración constante y mantenida. Vamos variando de color de la columna (dentro de los colores fríos, pues son relajantes) en una secuencia lenta. Es el propio Javier el que va variando esta secuencia de colores gracias a ‘la botonera’ (el Button 6). Nosotros ejercemos de guía, dirigiendo su mano, puesto que él carece de intención para realizarlo de manera autónoma.
Tras unos minutos dejamos la luz azul fija en el tubo de burbujas y añadimos una vibración suave al sillón o balancín en el que él esté sentado. Si no se dispone de un sillón vibroacústico, se puede transformar el mobiliario de foam del que dispongamos gracias al elemento conversor de Qinera.
En ocasiones, también trabajamos con la fibra óptica de manera previa a la introducción de la vibración, como elemento táctil y propioceptivo siempre buscando la calma y la relajación, con colores fríos (azul, verde, violeta…).
“Siempre vamos observando sus reacciones pues no todos los días reacciona de la misma manera a los mismos estímulos. Por eso los vamos integrando uno a uno, de forma individual, observando la respuesta.” Verónica Herrero Prieto (PT Aula Educación Especial)
Buscando un poquito más de relajación, se trabaja con la manta de peso pues es un gran estímulo propioceptivo que le ayuda a regularse. De manera progresiva, vamos variando su localización encima de Javier (la colocamos sobre los hombros, cintura escapular, cintura pélvica…). Al ejercer presión profunda le estamos dando un estímulo táctil y propioceptivo, trabajando así las dificultades sensoriales. Es una presión que se ejerce sobre la zona y que le proporciona una sensación parecida a estar sostenido o acariciado con firmeza. Con esta actividad lo que se pretende es promover la sensación de calma y disminuir la ansiedad.
En función de sus respuestas y reacciones, en ocasiones seguimos trabajando la propiocepción con los diferentes rodillos, pelotas y elementos propioceptivos de los que disponemos, siempre empezando por una presión profunda, en una parte de su cuerpo, la cual vamos disminuyendo a lo largo de la sesión acabando con los cepillos con los cuales realizamos un trabajo propioceptivo mucho más superficial.
“El trabajo propioceptivo nos ayuda a mejorar aspectos tales como la postura, equilibrio, tono muscular, seguridad gravitacional, coordinación y todo ello repercute de forma positiva en la habilidad de Javier para regularse y organizar su movimiento.” Alicia López Marcos (Fisioterapeuta)
No hay soluciones mágicas para trabajar con alumnos con este tipo de trastorno. Desde el centro, trabajamos en incorporar recursos y materiales que beneficien de alguna manera a nuestro alumnado.
💻 Este artículo ha sido escrito por el Equipo del CEIP Alto Ebro (Cantabria) y revisado por el equipo de marketing de Qinera.
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